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sábado, 1 de julio de 2017

La Vida después de la muerte y el Testimonio de la Biblia Jyba


La vida después de la muerte
y el Testimonio de la Biblia
Por: Guillermo Antonio Domínguez    Jyba

    ¿Qué es la muerte? Esta pregunta ha inquietado a través de los tiempos.   Sin embargo, para nosotros los cristianos, la Biblia responde.   Tanto para los griegos como para los egipcios y otras culturas, el concepto de la muerte, y la vida después de la muerte eran de gran importancia.   Leemos a Sócrates disertar sobre el asunto ante sus amigos antes de morir, y en la plática sostenida con ellos se desvela el sentido que ellos le daban al acontecimiento de la muerte; él afirma: “¿Y no se da el nombre de muerte a eso precisamente, al desligamiento y separación del alma con el cuerpo?”.   Luego habla del Hades como un lugar donde se pueden encontrar las almas después de la muerte.   A continuación hablaré brevemente lo que la Biblia nos habla sobre el concepto de la muerte.  
Para el concepto de la muerte hay muchas acepciones:
  1. θάνατος (thánatos) = muerte,
  2. θανατόω (thanatóo) = matar,
  3. θνήσκο (thnésko) = morir,
  4. νεκρός (nekrós) = muerto.   
  5. Hay otros términos derivativos que implican el concepto de muerte.      

La muerte es un decreto o sentencia divina dada en el Edén tras la desobediencia de nuestros padres Adán y Eva.   Dios les había advertido que el día que desobedecieran morirían. El Espíritu Santo, inspirando al autor de la carta a los Hebreos dice: “Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Heb. 9:27).   
Así, la muerte, tras la caída, se introdujo en la naturaleza del hombre.   La muerte no es natural en el ser humano, pues Dios no hizo al hombre para morir, sino que la muerte es contingente, se introdujo en la naturaleza caída del hombre como consecuencia de su deslealtad a Dios.   Tras la caída en el Edén, se deduce que hubo cierto cambio en la naturaleza o genética humana, así como en la naturaleza misma, pues a partir de ahí, Dios decreta el cansancio o debilidad en el hombre al decirle: “con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás”.   Con ello, Dios había decretado la muerte. La naturaleza en el mundo también experimentó cambios, pues Dios le dice al Adán: “Y al hombre dijo: por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: no comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida.   Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. Con el sudor de tu frente comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás”.   Definitivamente hubo un cambio en toda la naturaleza que Dios creó.   El cansancio, la debilidad y la muerte se había introducido en el ser mismo del hombre.     
  
A partir de ahí, la muerte es inherente al hombre, está en su genética.  Pablo en Romanos 5:12 plantea no el origen del pecado, sino, el origen de la muerte al decir: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”.   De ahí se desprende la idea que el aguijón de la muerte es el pecado, la desobediencia a la ley excitada por el pecado conlleva a la muerte.   Pablo afirma que los que conocen el juicio de Dios y practican el pecado, son dignos de muerte (Rom. 1:32), siendo la paga del pecado, la muerte.   

¿Muere el alma al morir el cuerpo? ¿Qué pasa cuando alguien muere?  ¿A dónde va el alma después de la muerte? ¿Cuál es la constitución del alma o espíritu?

De lo antes dicho, se puede definir semánticamente el concepto muerte, como la separación del alma del cuerpo.   Dicha definición se sustenta en muchos pasajes de la Biblia:
  1. En la narrativa de la muerte de Raquel: “Aconteció que, como había trabajado en el parto, la partera le dijo: No temas, porque también tendrás este hijo.   Ella al salírsele el alma –pues murió- le puso por nombre Benoni; pero su padre le llamó Benjamín.” (Génesis 35:17-18).   Vemos aquí que la muerte acontece al salírsele el alma.   

  1. Seguido, el autor sagrado narra la muerte de Isaac, y escribe: “Exhaló Isaac el espíritu; murió y fue reunido a su pueblo, viejo y lleno de días.   Lo sepultaron sus hijos Esaú y Jacob” (Génesis 35:27-29).   Así, la θάνατος (Thánatos) según el texto bíblico, consiste en la separación del alma o espíritu del cuerpo.   Estos dos pasajes nos indican que la muerte se produce en el momento de separarse el alma o espíritu del cuerpo; de ahí la coincidencia de significación semántica en la palabra θάνατος (Thánatos) como separación, ausencia de vida.

  1. Jesús afirma: “No temáis a los que matan el cuerpo pero el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno”.   De esto se desprende que el alma es inmortal; Sólo Dios puede aniquilarla.   Se desprende también la idea de distinción entre alma y cuerpo como elementos distintos el uno del otro.  El uno sobreviviendo la muerte del otro. El cuerpo puede ser matado, no así el alma. La muerte del cuerpo, pues, no afecta la vida del alma tras la muerte.   El alma continúa viviendo.
  2. Jesús narra la experiencia del Rico y Lázaro.   En ella se desprenden algunas enseñanzas:
    1. Hay conciencia después de la muerte.   El rico, tras su muerte y estando en el ᾄδῃ  hades, tenía conciencia de sí, sabía dónde estaba, y la condición en la que se encontraba.   Tenía conciencia de quién era Lázaro y Abraham, a quienes veía de lejos. El rico tras la muerte, si bien su cuerpo fue sepultado, su alma no estaba dormida, sino en plena conciencia.   La muerte no es un sueño, es sólo la cesación del cuerpo como vehículo del verdadero yo que es el alma, la cual sobrevive a la muerte del cuerpo.
    2. Otra enseñanza que se desprende de la narrativa de Jesús es que el alma no pierde su identidad, sino que continúa llamándose como se llamó en vida del cuerpo.  El rico llama a Lázaro por su nombre y llama a Abraham por su nombre. La identidad, la realidad existencial de quiénes somos continúa tras el acontecimiento de la separación del alma del cuerpo, lo que llamamos: muerte.
    3. Otro aspecto que podemos rescatar de la narrativa es que no perdemos el destino labrado que hemos labrado en la vida del cuerpo.   Todo lo que hacemos aquí en nuestro cuerpo, son puntos a favor o en contra de nuestro verdadero yo, de nuestra alma al salir del cuerpo.   Ello determinará a dónde iremos tras morir. Volvamos a recordar lo dicho en Hebreos 9:27: “Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio”.

  1. Jesús retoma la idea común de los griegos para representar una verdad: La vida y destino después de la muerte.   En la narrativa se ve al Rico alzando sus ojos y viendo de lejos a Abraham y a Lázaro en sus brazos. La idea de ver hacia arriba, indica que el Rico estaba en un lugar profundo, de llamas, y atormentado, lo cual coincide con los lugares profundos del hades griego, el tártaro.   Abraham y Lázaro en cambio, estaban en lugares superiores, o bienaventurados. No me detendré a determinar si es o no literal cada imagen presentada en la narrativa, lo importante es ver las enseñanzas y verdades presentadas por Jesús: La importancia de sujetarse a las Escrituras, la vida consciente después de la muerte y el destino reservado para cada alma después de la muerte del cuerpo.

  1. Si bien, se entiende la narrativa como una parábola en la cual se pretende dar una enseñanza espiritual, no obstante, Jesús plantea la realidad espiritual que experimenta el verdadero Yo, o alma, al desencarnarse tras la muerte.   Si bien plantea elementos figurativos, -“como el fuego, mojar el dedo en agua y refrescar la lengua”- la realidad detrás de la imagen es el sufrimiento o tormento del espíritu o alma tras la muerte, y el gozo de ser consolado en los brazos de Abraham, -imagen refrescante para los hebreos-, o  el Paraíso o cielo para los cristianos. Todo el conjunto es una realidad espiritual tras la experiencia muerte.

  1. Pablo se refiere de partir y estar con Cristo: “…porque para mí  el vivir es Cristo y el morir es ganancia.   Pero si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger: de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor; pero quedar en la carne es más necesario por causa de vosotros” (Filip. 1:221-24).   En este pasaje, la palabra carne es sinónimo del cuerpo.   Pablo habla de estar en el cuerpo, implicando al cuerpo como vehículo de su verdadero yo.   Así, entonces, el alma es el verdadero “Yo” del Ser. Para Pablo, la palabra “partir”, aquí implica abandonar el cuerpo, lo que es lo mismo que morir.  Pero para Pablo, no todo queda ahí. Él dice: partir y estar con Cristo.  O sea, que para Pablo, el salir del cuerpo o morir, no significaba aniquilación del ser, sino el paso a un nuevo estado de vida, un existir consciente delante de Cristo.   La muerte, tanto para Pablo como para Jesús, no era un sueño en el sentido literal; no era un estado de inconciencia, como algunos han querido inferirlo de las palabras de Jesús respecto de la muerte de su amigo Lázaro, sino vida después de la vida.   
  2. Pedro también dice algunas cosas muy interesantes respecto a su muerte: “Tengo por justo, en tanto que estoy en este cuerpo, el despertaros con amonestación, sabiendo que en breve debo abandonar el cuerpo, como nuestro Señor Jesucristo me ha declarado” (2 Pedro 1:13,14).   Primero habla de estar en o dentro del cuerpo.   Pedro ve a su cuerpo como el vehículo o morada de su verdadero Yo, quien es quien realmente está hablando.  De igual modo habla de abandonar el cuerpo. Afirma que Jesús se lo había revelado. Pedro pronto habría de morir, o sea, abandonar el cuerpo, Jesús se lo había revelado.   La idea implica que el cuerpo es sólo el vehículo del alma, la cual abandona el cuerpo tras la experiencia de la muerte. Pedro no habla de morir, habla de abandonar el cuerpo.   Ellos estaban convencidos de algo más allá de la muerte física. La salida del alma del cuerpo implica un estar presente delante de Cristo, dice Pablo.
Así, de todo lo escrito, el alma, el  נֶפֶשׁ (nephesh) y el רוּחַ (ruahk) en el Antiguo Testamento y el πνεῦμα (pnuma = espíritu) y el ψυχή (psuqué = alma) en el Nuevo Testamento, son el verdadero yo, el ser consciente, en quien verdaderamente reside todo la personalidad de quienes realmente somos en vida dentro cuerpo.   Ambos términos son intercambiables en la Biblia, sinónimos. Al morir, el cuerpo es el vehículo vacío, la habitación desocupada de nuestra alma. Pablo usa la palabra νοῦς (nous) como término que se equipara mejor con pneuma. El νοῦς es el entendimiento o mente del hombre; es nuestro πνεῦμα, nuestro verdadero yo.   Este continúa consciente tras la experiencia de la muerte y en un lugar reservado para él, según lo hecho mientras vivía en el cuerpo, sea bueno o sea malo (2Corintios 5:10). Jesús le dijo al malhechor arrepentido en la cruz: “hoy estarás conmigo en el paraíso”.   El paraíso, así, entonces, no es un estado del alma, sino un lugar donde el alma del justo reside tras la muerte.   Jesús al morir fue al paraíso, y con él, también el malhechor arrepentido. Pablo en estado de éxtasis, dice haber ido al paraíso, y a un lugar al que él llama tercer cielo.   Son regiones o esferas celestes por mencionar algún término, para aquello que no tenemos las palabras exactas para describir. Pablo anhelaba estar en un lugar de bienaventuranza tras su muerte, él habla de “partir y estar con Cristo”; Pedro afirma: .Pues tengo por justo, en tanto que estoy en este cuerpo, el despertaros con amonestación;
sabiendo que en breve debo abandonar el cuerpo, como nuestro Señor Jesucristo me ha declarado (2 Pedro 1:13, 14).  El autor a los hebreos nombra a muchos de los difuntos del Antiguo Testamento y los menciona como observadores nuestros (Hebreos 11).   También afirma que los cristianos nos hemos acercado a los espíritus de los justos hechos perfectos (Hebreos 12:23). Los menciona no como muertos, sino como vivos.  

En base a la narrativa de Jesús en Lucas 16 y lo dicho al malhechor arrepentido, podemos inferir que existe una región espiritual al cual van todos los que mueren.   Los judíos lo llamaban שְׁאוֹל Sheol, o lugar de los muertos, sinónimo en algunos pasajes como sepulcro, así como del Hades en el Nuevo Testamento.   Job nos describe algo distinto al sepulcro o sheol judío, pero similar al pensamiento que siglos más tarde los griegos tendrían sobre el hades y que Jesús retomaría en su narrativa;  Job dice: “¿Por qué me sacaste de la matriz? Habría expirado y nadie me habría visto.   Sería como si nunca hubiera existido, llevado del vientre a la sepultura. ¿No son pocos mis días? ¡Déjame, pues! Apártate de mí, para que pueda consolarme un poco antes que vaya para no volver, a la tierra de las tinieblas y la sombra de muerte, a la tierra de la oscuridad y el desorden, lóbrega como sombra de muerte, donde la luz es como densas tinieblas” (Job 10:18-22).   ¿Habría influido esto a los griegos o los griegos a los judíos?   Me inclino al pensamiento de Filón quien pensaba que fueron más bien los judíos quienes ejercieron influencia sobre los griegos en su sabiduría.
El hades en el pensamiento griego estaba el Erebo o lugar de penumbras, era como la región entre la luz y las tinieblas.   Sobre el Erebo y bajo este, se encontraban dos lugares más: Abajo el Tártaro o lugares más profundos donde estaban encarcelados los dioses.   Sobre el Erebo se encontraban los Campos Elíseos, un lugar paradisíaco, radiado por el sol. Jesús fue al Paraíso tras morir y llevó consigo al malhechor arrepentido.   Tanto el Paraíso como el Seno de Abraham son términos sinónimos, que indican el mismo lugar donde van los justos. Estos tres lugares son la imagen planteada por Jesús en su narrativa de Lucas: Seno de Abraham (Campos elíseos), un hades (Erebo,) y un tártaro (2Pedro 2:4).   Precisamente Pedro dice que en el Tártaro están encarcelados los ángeles que pecaron. La Biblia reina Varela edición 60 traduce la palabra griega Tártaro como infierno (2 Pedro 2:4).   Es el lugar donde no existe la más mínima luz, o sea un lugar de absoluta tinieblas.   Como se mencionó atrás,

¿De qué está hecha el alma, cuál es su naturaleza?   Para tratar de responder esto, podríamos preguntarnos también, ¿de qué está hecho el espíritu, cuál es su naturaleza?   Alguien dirá que su naturaleza es espiritual. Lo cual no satisface mucho nuestra curiosidad. ¿Y el alma? Pues también es de naturaleza espiritual.   Jesús dice: “…pero el alma no pueden matar”. Esto nos indicaría que el alma es de naturaleza espiritual, es espíritu. De ahí podríamos inferir entonces, que cuando la Biblia habla de alma y espíritu, la biblia habla de lo mismo.   El alma es el verdadero yo, quien hace al cuerpo y al cerebro estar vivo. Recordemos que estamos en un punto subjetivo. Sólo podemos decir a la luz del texto bíblico que el ser humano está hecho de un elemento personalizante espiritual llamado alma, quien habita dentro del cuerpo y se comunica a través del cuerpo, piensa a través del cuerpo (cerebro), y habla a través del cuerpo.   El rico, luego de morir, se le ve hablando. No su cuerpo, pues ya estaba sepultado, sino su alma la cual estaba consciente y había sobrevivido a la muerte del cuerpo. Jesús en la cruz exclama: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”, o sea, su alma, la cual fue al paraíso llevando consigo al malhechor arrepentido.   Allí, en las regiones celestiales estaría según nuestro tiempo humano, durante tres días.  Luego resucitaría. ¿La constitución del alma, no será acaso energía con cualidades personales?  ¿De qué estará constituida el alma? ¿de viento? ¿o potencia vitalizante llamada alma o espíritu? Todo cuanto se quiera decir respecto a la constitución del alma o espíritu se hará dentro del campo de la especulación.  Lo único bíblico serían los fonemas alma o espíritu, lo cual no responde a la pregunta de la constitución, sea del alma o del espíritu. ¿Energía intelectiva y personal si se pudiera decir así? Lo que sí se ve es que el individuo al salir del cuerpo logra ver a aquellos que con anterioridad ya habían muerto, note la narrativa de Lucas.  En Apocalipsis, pese a su alto contenido metafórico, se dice que se vio a las almas de los que habían muerto por causa de la palabra de Dios y del testimonio de Jesús. Al decir que el alma o espíritu son de naturaleza espiritual, es lo mismo que expresar nuestra incapacidad de responder asertivamente a ello. Hemos de tratar de ser humildes al reconocer nuestra ignorancia para explicar lo espiritual, lo inexplicable, por lo menos en este tiempo antes de la resurrección.       

Continuará.   

Notas de pie de página

1. Clemente Fernández, S.I.  Los Filósofos Antiguos, selección de textos, Fedón, pp. 143, 144, Biblioteca de Autores Cristianos, BAC, Madrid MCMLXXIV,

2. Diccionario Teológico del Nuevo Testamento, Vol. III, Editorial Sígueme, Salamanca, 1993, pág. 114.

3. Léxico Hebreo-Español y Arameo-Español, Sociedad Bíblica, Santa Engracia, Madrid, Primera Edición 1997.

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