Efesios 4:11 / 1Tim. 4:16“Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; sé
diligente en esto, porque si así lo hicieres, a ti mismo te salvarás y a los
que te oyen.”
2Tim. 2:2 “Lo que has oído de
mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para
enseñar también a otros.”
I.
De sus Cualidades
- Ejemplo
de buenas obras (Tito 2:7,8)
- En la
enseñanza ha de mostrar integridad, seriedad, palabra sana e
irreprochable.
- ser
ejemplo en: (1Timoteo 4:12)
a.
conducta
b.
amor
c.
espíritu
d.
fe
e.
pureza
- Predicador
del Evangelio (2 Tim. 4:1-4).
a.
Sobrio en todo
b.
Debe ser evangelizador
c.
Debe cumplir su ministerio
- No
avergonzarse de dar testimonio de Dios (2Tim. 1:8).
- Ocuparse
de:
a.
la lectura (1Tim. 4:13).
b.
La exhortación
c.
la enseñanza (1Tim. 4:13).
- Debe
ser Retenedor de la doctrina tal como ha sido enseñada (2Tim. 1:13;
2:2; Tito 1:9).
a.
Persistente en la doctrina (2Tim.
3:10,14).
- Procurar
presentarse a Dios aprobado, que usa bien la palabra de verdad (2Tim.
2:15; Tito 2:1).
- Respetuoso
para con todos (1Tim. 5:1-3).
- No
contencioso (2Tim. 2:24).
- Amable
para con todos (2Tim. 2:24).
- Apto
para enseñar (2Tim. 2:24). Un maestro de la Palabra de Dios.
- Debe
ser sufrido (2 Tim. 2:3, 24; 3:12; 4:5)
- Ser
imparcial (1Tim. 5:21).
- Restaurador (2Tim.
2:25,26).
- No
admitir acusación alguna contra un ministro del Señor, a no ser con dos o
tres testigos (1Tim. 5:19).
- No
descuidar el don de Dios (1Tim. 4:14).
- Avivar
el fuego del Don de Dios (2Tim. 1:6).
- Ejercitarse
para la piedad 1Tim 4:7
- No
enredarse en los negocios de la vida y luchar legítimamente (2Tim.
2:3). Su vida es un sacerdocio santo, consagrado para el
Señor.
- Apartarse
de los malos hombres (1Tim. 6:5; 2Tim. 3:1-5).
- Guardarse
en obediencia a los mandatos de Dios sin mancha ni reprensión (1Tim.
6:13-14,20).
- Huir de
la impiedad (1Tim. 6:11).
- Huir de
las pasiones juveniles (2Tim.
2:22).
- Seguir
la:
a.
Justicia
b.
Piedad
c.
Fe
d.
Amor
e.
Paz
f.
Paciencia
g.
Mansedumbre (1Tim. 6:11; 2Tim.
2:22).
- Valiente:
peleando la buena batalla de la fe y Echando mano de la vida eterna (1Tim.
6:12; 2Tim. 1:7).
- Ser
firme = Carácter (Tito 2;15; 3:8).
II.
Sobre su Obra pastoral: Edificación de la Iglesia
- Preparar
de varones para el ministerio (2 Timoteo 2:1,2)
- No
imponer las manos con ligereza (1Tim. 5:22).
- La
instauración de Obispos (1Tim. 3:1-7; Tito 1:5).
- La
instauración de Diáconos (1Tim. 3:8-13).
- Instauración
de maestros (2 Tim. 2:2)
- La exhortación (2Tim.
2:14; 4:2; Tito 2:6,15).
- Reprender con toda autoridad/ Instaurar el orden en la Iglesia a través de la
disciplina (1Tim. 5:20; 2Tim. 4:2; Tito 1:13; 2:15).
- Recordae
a la Iglesia a ser sujetos a las autoridades (Tito 3:1).
- Desechar
al divisionista (Tito 3:10).
- Velar
por el bienestar económico de los misioneros para que la iglesia no quede
sin frutos (Tito 3:13,14).
- La
defensa de la Iglesia de los falsos maestros (1Tim. 1:3; Tito 1:10,11).
- Desechar
las fábulas profanas y de viejas 1Tim. 4:7; 2Tim. 3:9.
- La
corrección de lo deficiente (Tito 1:5).
a.
con mansedumbre (2Tim. 2:25):
b.
Redargüir, reprender, exhortar con
toda paciencia y doctrina (2Tim. 4:2).
c.
Organizando la Iglesia.
Es importante revisar lo dicho por
el autor a los Hebreos en el 13.17: “Obedeced
a vuestros pastores, porque ellos velan por vuestras almas como quienes han de
dar cuenta, para que lo hagan con alegría, sin quejarse, porque esto no os es
provechoso”.
Si notamos la cita, el pasaje en
nuestra Reina-Valera 60 habla de: pastores. Algunos aducen que allí
se refiere estrictamente a los obispos o ancianos de la iglesia, y que sólo a
ellos se debe sujeción. Sin embargo, la palabra utilizada en el
texto original, es distinta a la que se utiliza para referirse a los obispos
(epískopos), Ancianos (Presbíteros) o Pastores (poimén). La palabra
utilizada aquí es: jegumenois y se refiere a los que están al frente de la
iglesia en calidad de directriz o dirigentes. La palabra se traduce
como: los que tienen la hegemonía, líderes, dirigentes, ministros,
príncipes. Estos pueden ser evangelistas, incluyendo también a los
obispos y conjunto de hombres que ministran la iglesia.
Nótese la carga semántica de
autoridad que la palabra otorga a los que están en un cargo de directriz en la
iglesia: “obedeced a vuestros dirigentes”.
Es interesante, notar 1
Tesalonicenses 5.12,13: “Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los
que trabajan entre vosotros y os presiden en el Señor y os
amonestan. Tenedlos en mucha estima y amor por causa de su
obra. Tened paz entre vosotros”. El ruego que se
convierte en ordenanza en Hebreos, insta a reconocer, esto es, aceptar la
autoridad de aquellos que presiden (dirigen) y amonestan en el Señor.
Evidentemente se estará refiriendo a la sujeción a hermanos que tengan un cargo
de directriz, dirigencia o presidencia en la iglesia. La iglesia
está en el deber de sujetarse a su dirigencia tal cual lo afirma el texto
sagrado. Al mencionar a sus líderes, evidentemente está
involucrando a los Evangelistas, puesto que en la evidente ausencia de ancianos
en la iglesia cuando esta está iniciando, es el evangelista el encargado de la
vida espiritual de la iglesia. Él es el encargado de edificarla a
través de la predicación, la enseñanza, la visitación, la restauración, la
consejería, la disciplina y la consolación a través de la palabra de Dios.
Sin embargo, desde el inicio de la nueva congregación, como parte de la
edificación es la preparación de varones en la iglesia a modo que estos vayan
aprendiendo todo lo concerniente al ministerio a fin de que lleguen a ser parte
del grupo de hombre entre quienes la iglesia, junto al evangelista, han de
elegir a sus nuevos ministros según el orden bíblico y continúen creciendo en
madurez espiritual como iglesia organizada.
Sin embargo, esta autoridad dada por
el Señor a los dirigentes canónicos de la Iglesia tiene límites, en primer
lugar: la palabra misma de Dios, y en segundo lugar: el respeto mismo de la
iglesia o comunidad de fieles. En cuanto al primer punto, Pedro
hace ver a los Ancianos, y extensivamente a cualquiera que esté en un cargo eclesial,
que no debe enseñorearse, o creerse dueño de la iglesia (1Pedro 5: 3): “…no
como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado”.
Esto es importante señalarlo, pues el ministro del Señor, tomando solamente en
cuenta los pasajes anteriores puede querer tomar ventaja o abuso de autoridad
sobre la iglesia. Esta no está compuesta de máquinas, a las cuales
se programa y deben estar listas solo para decir: si. La iglesia
está compuesta de gente pensante, siervos de Cristo, a quienes se ha de respetar.
No os hagáis esclavos de los hombres, dice el Espíritu Santo a través de
Pablo. De todo lo anterior se sigue que, tanto la iglesia como el
ministro han de tener un espíritu de humildad para no irse a los extremos, sea
de despotismo por parte del ministro, sea de anarquía, por parte de la
Iglesia. La iglesia debe aprender a estar bajo sujeción en tanto
esta autoridad y dirección ejercida sobre ella vaya en conformidad a la palabra
de Dios.
Dios bendiga a la Iglesia del Señor
donde se encuentre.
Guillermo A. Domínguez.
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